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1 de febrero: San Cecilio, Patrón de Granada

Llevamos tanto tiempo hablando sobre los sultanes de la Dinastía Nazarí de Granada que ahora se me hace rarísimo tratar otros temas… Así que para ir despegándome poco a poco de los nazaríes y adentrándome en la Granada cristiana del siglo XVI qué mejor que hablar de San Cecilio y el hallazgo de los libros plúmbeos y el manuscrito de la Torre Turpiana. Así aprovechamos que hoy es 1 de febrero, festividad de San Cecilio (patrón de Granada), y que se acerca la romería, como cada primer domingo de febrero (salvo en plena pandemia, claro)…

Imaginería barroca, San Cecilio en Granada
Imagen de San Cecilio que se encuentra en la Catedral de Granada

1492 significó un cambio radical para Granada cuyas consecuencias llegaron muy paulatinamente en algunos aspectos no siendo una transición fácil, teniendo en cuenta cómo la religión impregnaba todos y cada uno de los aspectos de la vida: por mucho que un judío o un musulmán se bautizaran y abrazaran la fe cristiana, nunca iban a ser considerados por los conquistadores iguales a los llamados cristianos viejos que estaban poblando el territorio.

La Granada de los albores del siglo XVI, anticipamos, vendrá a significar el retal de cuanto quedase del viejo sultanato nazarí sometido a una presión constante por transformar su sociedad. Aunque no toca aquí hablar de las fases de esa transformación, sí podemos decir que hubo una tensa convivencia los primeros años posteriores a la conquista ante necesidad de respetar los términos de las capitulaciones firmadas con Mohammed XI, lo que acabaría saltando por los aires con las revueltas de 1499 a 1501 en el siempre levantisco Albaicín.

Esto abriría el camino hacia una Granada cada vez más cristiana, a ser posible la más cristiana dado su pasado musulmán, derivando en la ciudad conventual y ceremonial que sería incluso hasta más allá de finales del siglo XVIII.

La gran inspiración para los nuevos evangelizadores, llevasen su labor en términos pacíficos o violentos, fue el afianzamiento ideológico en aquella «antigüedad cristiana» habida en la ciudad de Elvira, la del Concilio, que a partir de 711 debería haberse convertido en una una ciudad mozárabe camino del islamismo.

Y en torno a esa vieja ciudad visigótica se rescatarían realidades, pero se construirían también muchísimas ficciones. Mitos que acabaron poblando la ya abultada hagiografía cristiana. Aunque este esfuerzo legitimador dará mucho pie a invenciones, hay que decir que San Cecilio pudo no ser el caso. Debió existir, aunque para nada coincidiese el personaje con todo cuanto se añadió posteriormente a su biografía. Y para hablar de él, tocará volver al mundo visigodo.

La ciudad en la que vivió San Cecilio

Aunque en nuestro último post nos habíamos quedado en 1492, hoy tenemos que retroceder hasta la mitad del siglo IV. Y es que en aquella época existió en Granada un obispo cristiano: San Gregorio Bético (o San Gregorio de Elvira). Sabemos que realmente existió porque lo nombran San Jerónimo y San Isidoro de Sevilla. Y también sabemos que acudió al Concilio de Rímini en el año 359. Como su muerte quedó señalada el 24 de abril, los cristianos hispano-romanos y posteriormente los cristianos godos y los mozárabes de Granada, celebraban la festividad de San Gregorio Bético el 24 de abril como patrón de la ciudad de la ciudad.

Es extraño, pero en ningún calendario hay referencia a la existencia de San Cecilio, actual patrón de la ciudad. Y es extraño porque se supone que fue el primer obispo de Granada

Sí hay referencias a que a los mozárabes granadinos se les permitía, ya en época musulmana, honrar a los varones apostólicos que San Pedro y San Pablo habían mandado a predicar en Hispania en el siglo I.

Y diréis, ¿en época musulmana? Sí, sí. Y es que los cristianos tenían permitido practicar su fe hasta 1099, cuando los almorávides prohibieron en sus territorios cualquier fe que no fuera el islam. Sería en esta época cuando San Gregorio dejó de tener su festividad. No fue hasta la conquista de Granada por los Reyes Católicos que San Gregorio recuperó el patronazgo de la ciudad.

La «vuelta» del patrón San Cecilio a Granada

Por el Mediterráneo occidental comenzó a extenderse una leyenda para explicar por qué o cómo se expandió el cristianismo primitivo. Una leyenda que nos cuenta cómo San Pedro y San Pablo consagraron a siete obispos y los enviaron a predicar en Hispania.

Una de las primeras referencias a estos siete varones apostólicos nos llega a manos de San Isidoro de Sevilla a principios del siglo VII, pero no concreta demasiado. De ahí, estos varones apostólicos se incluyeron en los calendarios litúrgicos cristianos. No sabemos cuándo exactamente, pero se concretó el 15 de mayo como la festividad de los varones apostólicos y así fue durante toda la baja Edad Media. Entonces, San Cecilio, en la Granada recién conquistada del siglo XVI, aparece como un santo más y siempre asociado a sus seis compañeros: Isicio, Torcuato, Tesifón, Segundo, Eufrasio e Indalecio.

Iglesia de San Cecilio, en el barrio del Realejo de Granada

Eran muy pocos los que habían escuchado hablar sobre San Cecilio en 1501, fecha en la que se decide levantar una iglesia en su honor, en la Antequeruela. San Cecilio era un santo más, aunque ahora ya separado del resto de varones apostólicos porque existía la creencia de que había sido el primer obispo cristiano que tuvo Granada en el siglo I. Algo que tampoco estaba demostrado… En aquella época, todavía San Gregorio era considerado el patrón de la ciudad.

El origen de la leyenda de San Cecilio

Pues volvemos a viajar al siglo XVI. Y es que los moriscos (como se llamaba a los musulmanes de al-Ándalus bautizados que abrazaron el cristianismo) necesitaban argumentos para convencer a Felipe II de que no podían ser despreciados, que su origen era cristiano arábigo. Por eso, empezaron a afirmar que les sucedía lo mismo que a San Cecilio, que fue martirizado en el año 56 por orden del mismísimo Nerón. Desde Tierra Santa llegó a Granada a predicar, siendo su primer obispo, y aquí los romanos lo habrían martirizado. Vamos, en resumen: había que encontrar la manera de enlazar o unir la Granada cristiana del siglo XVI con la historia protocristiana anterior al (larguísimo) periodo musulmán.

¿Fue aquello una invención? Totalmente. Y tenemos que tener en cuenta a dos personajes: Alonso del Castillo y Ambrosio de Morales. Alonso del Castillo era médico y traductor de origen morisco. Durante la Guerra de las Alpujarras (1568-1571) fue traductor de los ejércitos cristianos, por lo que, a partir de 1573 comenzó a trabajar como traductor para Felipe II, en la biblioteca de El Escorial. Fue allí precisamente donde conoció al monje Ambrosio de Morales, que era de origen cordobés y, además, cronista del Reino.

Los dos intercambiarían muchas ideas sobre sus respectivos trabajos. Entre esos trabajos estarían los ocho tomos de Crónica General de España de Ambrosio Morales, en cuyo libro IX, capítulo XIII, ya había hablado de los siete varones apostólicos. Sin embargo, de San Cecilio escribe bastante poco. Que tiene una iglesia en Granada y poco más. Ni siquiera hace referencia a su supuesto origen árabe. Ambrosio de Morales debió contarle a Alonso del Castillo que los restos de cuatro de estos siete varones apostólicos ya estaban localizados, pero que los de San Isicio, San Tesifón y San Cecilio eran una incógnita. Además, Alonso del Castillo sabía que entre 1526 y 1540 los arzobispos Pedro Ramiro de Alva y Fernando Niño había estado buscando los restos de San Cecilio.

Y bueno, a Felipe II le gustaban mucho las reliquias -estaba construyendo una enorme colección que abarcó 7420 piezas- y Alonso del Castillo vio aquí un filón. Tenía a un santo local de la Granada romana del siglo I, rodeado de leyendas pero avalado por una publicación del cronista oficial del Reino, Ambrosio Morales, nada más y nada menos. Felipe II quería reliquias y las iba a tener

La aparición del manuscrito de la Torre Turpiana y de los restos de San Cecilio

El 18 de marzo de 1588, durante las obras de derribo del alminar de la Mezquita Aljama de Granada, apareció un cofre con una profecía y unas reliquias. Una profecía que siempre se atribuyó, nada más y nada menos, que a San Juan. Rápidamente comenzó a correrse la voz de que San Cecilio había guardado las reliquias en prevención de una futura invasión musulmana. Esto despejaba cualquier duda sobre la antigüedad y legitimidad de la Iglesia de Granada. Y despejaba esas dudas en hebreo, latín, castellano y árabe. Para que a todo el mundo le quedara bien claro.

Poco después, alrededor de 1595, dos buscadores de tesoros estaban, valga la redundancia, buscando tesoros en unas antiguas catacumbas a las afueras de Granada, en Valparaíso (actual Sacromonte), cuando encontraron unos huesos y unas extrañas planchas de plomo con algo escrito sobre ellas. Ese algo escrito era que aquellos restos óseos pertenecían a San Cecilio, aquel santo primitivo que habría acompañado a Santiago hasta aquellas tierras. Un santo, además, que tendría origen árabe. Árabe como alguno de los caracteres plasmados en aquellos plomos (un árabe bastante extraño, todo sea dicho). Un total de 21 libros plúmbeos. Entre aquellas planchas también se leía que el 1 de febrero del año 64, bajo el mandato de Nerón, San Cecilio fue martirizado y quemado allí mismo, en Valparaíso. Y por eso la festividad pasó del 15 de mayo al 1 de febrero.

Algunos de los libros plúmbeos que podemos encontrar en la Abadía del Sacromonte

Aquello supuso una conmoción religiosa tremenda en Granada, que acabaría influyendo en la política y en la doctrina de la ciudad. Lógicamente, la gente de Granada (tanto los moriscos como los cristianos viejos) se lo creyó todo. Se levantaron más de 1200 cruces entre Granada y lo que después fue la Abadía del Sacromonte y la gente peregrinaba hasta allí. Y aquel monte llamado Valparaíso pasó a llamarse Sacromonte: el Monte Sagrado.

El arzobispo de Granada en aquel momento, Pedro de Castro, no dudó ni un segundo de la veracidad del hallazgo y se esforzó en rodearse principalmente de traductores para comprender aquello en profundidad. De los primeros en estudiar aquellos hallazgos fueron Alonso del Castillo (al que ya hemos nombrado) y Miguel de Luna, que más tarde fueron los principales sospechosos de la autoría de aquellos plomos. Su opinión y la de todos los traductores que Pedro de Castro tenía a mano no era suficiente para él, y por eso mandó una copia a Benito Arias Montano en 1596.

Pedro de Castro

Benito Arias Montano fue clave en esta historia. Hebraísta y ponente en el Concilio de Trento, fue uno de los elegidos para autentificar el manuscrito de la Torre Turpiana y posteriormente los libros plúmbeos. En sus cartas a Pedro de Castro podemos leer cómo informa al arzobispo sobre las incongruencias de aquellos hallazgos.

¿Se trataba de una falsificación? ¿Eran auténticos? Tanto en un caso como en el otro, ¿quién los hizo y quién los colocó en Valparaíso?

En cualquier caso, el 30 de enero de 1601 se firmó un acuerdo oficial del Cabildo con el que se declaraba patrón de Granada también a San Cecilio. Y unos años más tarde, en agosto de 1610, comenzó la obra de la Abadía del Sacromonte, lugar que albergaría las reliquias y los libros y que además se llenaría de religiosos y de estudiantes.

Imagen que comparten con nosotros desde su cuenta de Instagram la Abadía del Sacromonte

Era tal el revuelo, que los libros plúmbeos acabaron viajando a Roma en los años 40 del siglo XVII, ya fallecido Pedro de Castro, para poder ser estudiados allí. El Vaticano dictó sentencia finalmente en 1682 y fue bastante claro: los libros plúmbeos eran falsos. Sin embargo, no dijo lo mismo sobre las reliquias… Además, se puede decir que la Iglesia de Granada estaba prácticamente fundada sobre estos hallazgos, por lo que, incluso después de la sentencia del Vaticano, Granada siguió defendiendo la autenticidad de los libros.

Los libros se consideraron heréticos y quedaron custodiados en los Archivos Vaticanos. Casi cuatro siglo después regresaron a casa, a la Abadía del Sacromonte, en el año 2000.

Primer domingo de febrero: romería de San Cecilio

Como cada primer domingo de febrero, este año podremos disfrutar de la agradable romería en honor a San Cecilio en el bello entorno del Sacromonte. Una romería que se celebra desde 1599, año en el que se vivió un episodio de peste horrible en Granada. Según la creencia popular, este episodio terminó gracias a la invocación a San Cecilio por parte de los fieles.

La romería tiene lugar en el entorno de la Abadía y de las Santas Cuevas. Vistas y paisajes que quitan el hipo para pasar un día de lo más agradable. Primero, misa, ofrendas y visita a las cuevas. Después, alegría y jolgorio. Se reparten salaíllas, habas, bacalao, vino… Hay música y bailes regionales

Niñas granaínas bailando en la romería de San Cecilio
Fuente: Turgranada

Este año parece que además el frío polar nos va a dar una tregua ese día. Un día de sol para estar al aire libre, comiendo, bebiendo, bailando… Yo que vosotros no me lo perdería… Así que ya sabéis: ¡tenemos una cita con vosotros el primer domingo de febrero en el Sacromonte!

Bibliografía recomendada:

-BARRIOS AGUILERA, Manuel, 2008: La Convivencia Negada: Historia de los Moriscos en el Reino de Granada. Granada: Comares.

-BARRIOS AGUILERA, Manuel y GARCÍA-ARENAL, Mercedes (Coord.) 2015: Los Plomos del Sacromonte: Invención y Tesoro. Valencia: Universidad.

-GARCÍA-FRÍAS CHECA, Carmen, 1998: Las Colecciones del Monasterio de El Escorial. En Felipe II, Un Monarca y su Época. Madrid: SEACEX (pp.213-234).

-PARKER, Geoffrey, 2012: Felipe II, la Biografía Definitiva. Barcelona: Planeta.

Guía oficial de turismo e intérprete del Patrimonio en Granada, España

Maribel Contreras Sola

Guía Oficial de Turismo por la Junta de Andalucía GT/03682, Licenciada en Filología Inglesa y Máster en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, por la Universidad de Granada (UGR).

Mi trabajo consiste en convertir Granada en un libro abierto al visitante, en la divulgación rigurosa del conocimiento que creo, son factores que han marcado y definen mi experiencia laboral. Amo escribir acerca de Granada. Es una forma de vivirla más intensamente y más personal.

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